Alfredo
Jaar es un artista de origen chileno que trabaja, meramente con el medio
fotográfico, y además, se sirve de otros medios, como la instalación o el vídeo
para reforzar el discurso que pretende transmitir en las imágenes que él mismo
configura. Como punto de partida, toma de referencia los medios de comunicación
para la selección y creación de sus proyectos. En su discurso artístico
predominan los temas relacionados con la crítica social y política.
Muestra imágenes de sucesos que debieran permanecer en la memoria
colectiva, hechos que han producido dolor en algunos sectores de la población
mundial, e incluso, han llegado a rozar el horror. Recorre distintos países del
globo como Estados Unidos, Canadá, Ruanda, México y Suecia, entre otros. Allí
realiza investigaciones, intervenciones y exhibiciones. Alfredo Jaar está
considerado un artista de notable influencia a nivel internacional.
Hoy en
día son muchos los artistas que trabajan con los medios informativos, en
especial la prensa escrita, para traducir su discurso al lenguaje del arte. La
fotografía a lo largo de la historia ha jugado un papel importante a la hora de
asociarse a la idea de mantener vigente la memoria colectiva, el dolor o el
horror.
Evitar la
reacción de indiferencia por parte del espectador es una de las mayores
preocupaciones del artista. Por este motivo, siempre plantea métodos de
contemplación de la obra en los que invita al espectador a involucrarse con el
tema que presenta. En la muestra de algunas de sus obras, utiliza el recurso de
la ocultación en algunas zonas de la imagen, o incluso, la elipsis para incitar
a la sugestión de lo que pudo haber sido el acontecimiento; como ocurre en su
obra Los ojos de Gutete Emérita, 1996; o Real Pictures, 1995,
respectivamente.
En
relación a la percepción de las imágenes y los afectos producidos en el
espectador, la sociedad del siglo XXI se caracteriza por la sobreabundancia de
información emitida por los medios de comunicación informativos o
publicitarios. Mantenerse informado se ha convertido en una “necesidad”, para
mantenerse actualizado en torno a lo que ocurre tanto a nivel local como mundial.
El hecho de haber una sobreabundancia de información circulando para captar la
atención de los destinatarios, provoca un rebose en los estímulos de los
mismos, derivando en un estado de desconexión y, pérdida de la visión subjetiva
de las cosas[1].
De acuerdo a esto, según Jonathan Crary, la sociedad está pasando por una
crisis de desintegración subjetiva.
No hay espacio de tiempo vacío para la autogestión del yo, es
decir, espacio requerido para la dotación de sentido y crítica de aquello que
hacemos[2].
Entonces, podemos plantearnos una respuesta bastante sensata al: --¿por qué juega Alfredo Jaar con la sugestión de la información
inherente de sus imágenes y no opta por aplicar la estrategia comunicativa
empleada por los medios de comunicación? --Y que él mismo aclara en uno de sus manifiestos:
Creo que para llegar a la verdad, es decir, a la
esencia de las cosas, es necesario crear una imagen lo suficientemente potente
y sencilla como para transmitir su mensaje intrínseco extraordinario[3] .
En
realidad, estamos acostumbrados a pensar en el arte como una experiencia que
conmueve al espectador. Con todo lo dicho, no es del todo exacto que el
espectador sea imperturbable ante la contemplación de imágenes[4].
En mi humilde opinión personal, el
espectador se ha olvidado de sí
mismo en la sociedad líquida de la celeridad en la que vivimos y debe
incitársele al recuerdo para que su sensibilidad no caiga en el olvido. Como
seres humanos todos somos criaturas sensibles y vulnerables que sienten,
padecen y empatizan. A través del arte, se recuperan los afectos de la memoria
colectiva humana. Así lo describe Rabih Mroué:
No lo estoy contando para recordarlo. Al contrario, lo estoy haciendo así para estar seguro de que he olvidado. O, por lo menos, para estar seguro de que he olvidado algunas cosas, de que se han borrado de mi mente.
No lo estoy contando para recordarlo. Al contrario, lo estoy haciendo así para estar seguro de que he olvidado. O, por lo menos, para estar seguro de que he olvidado algunas cosas, de que se han borrado de mi mente.
Cuando
estoy seguro de que he olvidado, intento recordar qué es lo que he olvidado. Y
al intentar recordar, comienzo a adivinar y a decir: quizás, tal vez, es
posible, puede ser, probablemente, parece, da la impresión, no estoy seguro
pero, etc. De este modo, reinvento lo que había olvidado sobre la base de que
realmente lo he recordado. Después de un tiempo indefinido, lo vuelvo a contar.
No para recordarlo, no, sino para estar seguro de que lo he olvidado, o por lo
menos algunas partes, y así continuamente. Esta operación puede parecer
repetitiva, pero es todo lo contrario, porque es una negativa a regresar a los
comienzos y qué sabes tú de los comienzos? De este modo, sigo oscilando entre
recordar y olvidar, recordar y olvidar, recordar y olvidar, hasta que llega la
muerte. Recurro a la muerte para hacerme redescubrir todo de nuevo. Y aunque
alguna vez no hubiera nada nuevo, eso sería en sí mismo un descubrimiento[5].
Rabih
Mroué trabaja con la memoria colectiva como también hace Alfredo Jaar. Recordar
para no regresar a los comienzos, es la razón por la cual Mroué reflexiona
sobre los temas que giran en torno a la memoria. Hacer presencia de una
ausencia es lo que Alfredo Jaar pretende rescatar en los retratos de toda la
gente o lugares significativos retratados en sus fotografías, en las que sin
decirse nada, cuentan los hechos en los que estas personas que padecieron o
fallecieron para que sus voces, desde el silencio, sean escuchadas[6].
Como bien dijo Jean-Luc Godard en Histoire
du cinèma:Toda imagen es producto
de una reflexión previa al disparo. Pienso , luego veo.[7]
Según Maurice Halbwachs en su libro Los marcos sociales de la memoria,
la mayoría de nuestros recuerdos se manifiestan en el momento que nuestros parientes, amigos u otras personas los evocan. Es en la sociedad donde normalmente el hombre adquiere sus recuerdos, el allí donde los evoca, los reconoce y los localiza. […] Lo más usual es que uno se acuerda de aquello que los otros nos inducen a recordar, que su memoria viene en ayuda de la mía, que la mía se apoya en la de ellos. Los recuerdos son evocados desde afuera y los grupos de los que formo parte me ofrecen en cada momento los medios de reconstruirlos, siempre y cuando me acerque a ellos y adopte, al menos temporalmente sus modos de pensar.
[…] Los recuerdos subsisten en el espíritu bajo forma inconsciente, para llegar a ser conscientes cuando se les recuerda[8].
la mayoría de nuestros recuerdos se manifiestan en el momento que nuestros parientes, amigos u otras personas los evocan. Es en la sociedad donde normalmente el hombre adquiere sus recuerdos, el allí donde los evoca, los reconoce y los localiza. […] Lo más usual es que uno se acuerda de aquello que los otros nos inducen a recordar, que su memoria viene en ayuda de la mía, que la mía se apoya en la de ellos. Los recuerdos son evocados desde afuera y los grupos de los que formo parte me ofrecen en cada momento los medios de reconstruirlos, siempre y cuando me acerque a ellos y adopte, al menos temporalmente sus modos de pensar.
[…] Los recuerdos subsisten en el espíritu bajo forma inconsciente, para llegar a ser conscientes cuando se les recuerda[8].
En la experiencia del
arte, un factor significativo son los afectos. El arte es, por tanto, una forma
de consuelo cultural compartido[9].
El dolor y la reivindicación del recuerdo son temas palpables en las
fotografías que Jaar pretende compartir con el mundo. El dolor se experimenta
sólo en tanto cuanto se interpreta. Siempre pertenece a un lugar, tiempo y
persona determinados. El dolor humano nunca puede ser intemporal[10].
Gran parte de la obra de
Alfredo Jaar, se ha generado en torno a
investigaciones realizadas a raíz del genocidio producido en Ruanda.
Sucesos como éste han ocurrido en distintos lugares, tiempos y afectado a
personas de otras etnias; -no por ello ninguno de estos deja de tener su
importancia. Si se toma como referencia, el holocausto judío para poner en
relación el significado del dolor que han podido sentir las personas
involucradas en el genocidio de Ruanda, podemos ayudarnos a verbalizar el
significado sensible que tienen estas imágenes. Aquí se
muestra el testimonio E. Wiesel, superviviente al
holocausto:
Lo que yo intento hacer es introducir tanto silencio como sea posible.
Desearía que mi obra no sea juzgada un día por las palabras que he escrito,
sino por su peso en silencio. Si pudiera comunicar el silencio, es decir, la
incomunicabilidad, entonces habría justificado en una pequeña parte mi propia
obra[11] .
Finalmente, se pretende concluir el breve ensayo
a favor de la defensa del arte como medio favorecedor de los afectos. Ante la contemplación de una obra
de arte, la gente se ve viendo como igual. El arte es un objeto sensible,
mientras que la imagen de los medios de comunicación no. Y ante la
contemplación de un objeto sensible, todos nos volvemos sensibles por igual; es
algo que lleva a la emancipación o, dicho de otra manera, a la transcendencia[12].
Bibliografía
Libros
●
DIDI-HUBERMAN,
Georges y otros. Alfredo Jaar: La política de las imágenes. 1a Edición, 2008,
Santiago, Chile. Ed. Metales Pesados. Pág.131. ISBN:978-956-8415-18-1.
●
MORRIS,
David. La cultura del dolor. 1ª
Edición, 1991, Santiago, Chile. Ed. Andrés Bello. Pág. 392. ISBN:
956-13-1062-7.
Fragmentos
●
HALBWACHS, Maurice, Prólogo. En: Los marcos
sociales de la memoria. Págs: 7-11. Barcelona, España. Ed. Anthropos.
ISBN:84-7658-692-2.
●
RAMÍREZ,
Juan Antonio. El objeto y el aura.
(Des)Orden visual del arte moderno. 1ª edición, 2009. Madrid, España. Ed.
Akal. Págs: 30-33.
●
ZAFRA, Remedios. Elogio del párpado o ventanas para el tiempo.
En: Un cuarto propio conectado. Págs: 14-19. [En línea]. Fecha de consulta: [13
de noviembre de 2014].
Documentos WEB
●
JAAR,
Alfredo. Web oficial. [Fecha de consulta 9 de octubre de 2014] Disponible en
web: <<http://www.alfredojaar.net/>>
●
ZAMORA, José
A. Isegoría No. 23, 2000. Estética del horror, negatividad y representación
después de auchwitz [En línea]. [Fecha de consulta: 22 de noviembre de 2014]
[Última fecha de consulta en 16 de enero e 2015]: . Disponible en: <<isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/download/.../54>>
[1] Sobre la sobreabundancia de información en el
paradigma de la información digital: ZAFRA, Remedios. Elogio del párpado o ventanas para el tiempo.
En: Un cuarto propio conectado. Págs: 14-19. [En línea]. Fecha de consulta: [13
de noviembre de 2014].
[2] ZAFRA, Remedios. Elogio del
párpado o ventanas para el tiempo. En: Un cuarto propio conectado. Págs: 14-19.
[En línea]. Fecha de consulta: [13 de noviembre de 2014] .
[3] JAAR, Alfredo. Web oficial. [Fecha de
consulta 9 de octubre de 2014] Disponible
en web: <<http://www.alfredojaar.net/>>
[4]Exit
book. Repensando el placer visual: estética y afecto. Susan Best.
[5] Rabih
Mroué en Catálogo para la exposición
Rabih Mroué. Imágenes mon amour. Fabrications. En Ca2m. Comisariada por
Aurora Fernández Polanco.
[6]Aludiendo
a la obra Telecomunicatión, 1981 de
A. Jarr, en la que se muestra el grito de calle que realizan las mujeres en
Belfast y se hayan golpeando el pavimento con tapas de cubos de basura, con el
fin de reivindicar el olvido de los huelguistas de hambre del IRA.
[7]
Jean-Luc Godard en Histoire du cinèma por Jean-Luc Godard.
[8] HALBWACHS, Maurice,
Prólogo. En: Los marcos sociales
de la memoria. Págs: 7-11. Barcelona, España. Ed. Anthropos.
ISBN:84-7658-692-2.
[9] Exit
book. Repensando el placer visual: estética y afecto. Susan Best.
[10] MORRIS,
David. La cultura del dolor. 1ª
Edición, 1991, Santiago, Chile. Ed. Andrés Bello. Pág. 392. ISBN:
956-13-1062-7.
[11] Sobre el testimonio del escritor húngaro E. Wiesel, superviviente a los
campos de concentración del Holocausto Nazi, en: ZAMORA, José A. Isegoría No.
23, 2000. Estética del horror, negatividad y representación después de auchwitz
[En línea]. [Fecha de consulta: 22 de noviembre de 2014] [Última consulta 16 de
enero de 2015] Pág 6 del documento. Disponible en: <<isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/download/.../54>>
[12] SCHILLER, Friedrich. Cartas
para la educación estética del hombre.